e cree que nuestras historias como mujeres trans son historias tristes llenas de prostitución y lujuria extrema, con tonalidades rojas por asesinatos cerca, pero la mía no, la mía es una historia llena tanto de alegrías como decepciones, de auto encontrarme, auto conocerme, y permitirme ser yo.
Muchos entran a una vida donde su sexo y su género es el mismo, hombres que creen que es lo normal y que todo mundo debe de alinearse a esa idea, que vienen con un propósito y que ese propósito es el que sus padres y la sociedad machista le exigen, si nacen niños deben ser feos, fuertes y formales que deben de seguir un camino, libre de pecado, siguiendo una moral religiosa siendo caballerosos y claro debe de ser exitoso económicamente hablando, porque al final del día tiene que mantener una familia… pensé que ese era yo, me esforcé y lo cumplí al pie de la letra (menos la parte de ser feo), también si veía en el prójimo una actitud contraria, juzgar y etiquetar como “Homosexual” o “Flojo”, ¿por qué los demás no logran ese “súper propósito prescrito”?, me preguntaba mientras que yo me esforzaba por lograrlo, mientras por dentro me carcomía un “deseo secreto” que nunca podría sacar.
Desde los 4 años recuerdo un deseo interno de vestir con faldas o tener el pelo largo, y como iba pasando mi vida las usaba y en mi cabecita jugaba a que era una niña recuerdo un vestido rosa en mi habitación y usarlo con mi vecina con la que jugábamos a ser amigas o un traje de baño y usarlo como mío en la regadera, varias cosillas así pero todo detrás de paredes en soledad y escondiéndome, porque muy pasivamente aprendí que lo debía ocultar, que no me es permitido “vestirme de mujer” y que si alguna vez lo hacía casi que era el fin de mi vida, y que lo que tenía que hacer es cumplir ese rol de hombre que se me colgó en el cuello desde que nací.
“Vestir de mujer” algo que suena como si alguien fuera a ponerse un disfraz, como si un día alguien fuera a “vestirse de atleta” o “vestirse de químico” o “pintarse de rubia” o “ponerse una prótesis de pierna” y eso fuera un disfraz, es decir como si el perder un brazo te hace manco y de ahí nunca puedes salir, por que ponerse la prótesis es un disfraz, o nunca vas a ser güera por más disfraz de tinte que te pongas. Un mundo de etiquetas con las que la sociedad se siente feliz.
Y un día sentí que mi vida no tenía futuro, sentí una depresión porque lo que había entendido de esas reglas de vida, que describí antes, las había cumplido y no era feliz, y entonces decidí sacar mi secreto con una personita como aventándome al fin de mi vida ¿qué podía suceder?, ya la sentía destrozada.
Y empecé todo este camino de auto conocimiento, que ser trans no está mal, que soy y no le debo a la sociedad ni a nadie cumplir un rol que no era para mí y empecé a conocer este mundo trans.
Así empieza esta travesía LGBT, mi historia que seguiré narrando, así que bienvenido extraño no prometo nada más que visibilizar a la comunidad trans a través de mis vivencias.